PRESENCIA.
Hace calor, la voz del violonchelo suena profunda en la noche febril, en la noche compañera, que protege mis silencios.
Alrededor de la luz, revolotean las mariposas, víctimas de una percepción fatal. Y transgreden otras fábulas la memoria, si pones nombre propio a la madrugada...
Una vez más amanece timidamente, al otro extremo de tu palabra...
Adriana Nazca.