jueves, 21 de agosto de 2014

Relato antiguo:
ALTER EGO.

Los días siguientes a su confesión permanezco inquieta, deseando librarme de su recuerdo en las sombras. De su voz. Intento serenarme diciéndome que otorgo a todo esto un excesivo valor, mas sus palabras acaban adueñándose fatalmente de mis insomnios...

EL GRAN FINGIDOR.

María confunde el orden de los recuerdos, pero creo que es consciente de la poca importancia de este hecho; por eso deja desfilar en ocasiones divertida, personajes y situaciones que para ella pasado el tiempo se transforma únicamente en lejanas sensaciones. En estados de ánimo.
              Con frecuencia despierta arrastrando un deseo del sueño a la realidad o por el contrario intenta crear sueños con la síntesis de sus deseos. Todo en vano. Lo máximo conseguido es una indeterminación que suaviza los perfiles de las situaciones impuestas. Huyendo de las influencias, de la utilización, la veo abrir un hueco en el día y caer en el abismo de una biografía, que  hojeada en desorden se me antoja mas lúcida que la versión racional de la edad exterior. Pronto se supo condenada a vivir. A aceptar las condiciones de una destrucción lenta...pero creo que eso es algo que la preocupo antes de entrar en el hospital, ahora habita un vacío fascinante, tal vez la sospecha de ser una ficción pero sin la curiosidad suficiente para buscarse en el asombro de los otros...
                                    ... de vez en cuando, el sol atraviesa los cristales para recordarle la razón misma de esta sentencia y ella dejase arrastrar lenta y suavemente por una negación alimentada de abstracciones, de tiempos elementales que no le impongan una conexión estética. A cada sensación da un valor aislado y no se permite comprender que dolor la conduce lejos del complicado mundo de los hábitos adquiridos, de los anhelos simulados...aunque puede que añore la época sencilla en la que se limita a creer bien y en el mal; cuando aún se acepta protegida por una serie de ignorancias legales. Por el filón de las ingenuidades útiles para la supervivencia.
En la caída reconoce personajes con quienes compartió la vida, luchando entre ellos por superponer sus torpezas,aspirando representar virtuosamente el último recuerdo y ella, a pesar de su aparente parálisis,necesita acomodarlos de la forma mas convincente posible con el propósito de aquietar las exigencias del vértigo final.
                                       Creo que premedité nuestro encuentro, pues dado el carácter difícil de María se hace imposible establecer con ella una aproximación natural. Reconozco que su silencio me atrajo como el mas hermoso argumento...
                                     Muchos son los comentarios que preceden a este acontecimiento. Algunos, aseguran en la crueldad de su propia limitación que esta loca. Otros, acentúan el ambiente de misterio en torno a su persona, con relatos de amor y muerte. A mi es el personaje quien me fascina y solo advierto en el, un deseo de marginación; una tendencia de dejar pasar la vida a su lado sin sentir deseos de integrarse en ella. Acaso comprendiendo, pero no aceptando mas que el dolor inevitable de un exilio voluntario.
                                  Es evidente que existen puntos afines entre nuestros caracteres y pronto compartimos interminables sesiones de música; de la misma forma que nuestra pasión por lo surreal nos lleva a pasar largas horas espejeando historias, con la urgencia de quienes entienden que solo el hecho de crear aplaza la destrucción ...así nos sorprende frecuentemente la caída del sol y desde los minaretes llega hasta nosotros el canto del Corán saludando a la oscuridad, que acaba invariablemente adueñándose del último pensamiento. Del último paisaje...
                           ...como cada atardecer, me asomo a la ventana y desde lo alto de la Casbah contemplo el juego el juego del caballo y el muchacho sobre la arena de la playa. Día a día me domina un intimo presentimiento, la extraña sensación de que sus fábulas carecen de principio y la imposibilidad total de vincularlas a un final.
                               No puedo precisar cuanto tiempo transcurre desde nuestro conocimiento pero tengo la sospecha de haberme acostumbrado rapidamente a su presencia a la gran casa de oscuros y desmantelados muebles y evoco cualquier imprecisión como parte de un rito gradualmente aceptado.
                             Aquella tarde nada advierto en el salón en disociación con su persona; las silenciosas paredes en ocasiones adornadas con mosaicos, los grandes ventanales desde donde se divisa el mar, son una equilibrada aceptación de dos civilizaciones y la casa dentro de su abandono, se yergue amorosamente sobre una antigua devoción...María me mira desde el instante dorado de sus ojos...no parece arriesgado considerar que tanto aquel pequeño recorte de periódico, como   las amarillentas cuartillas esparcidas por la estancia, son directamente responsables de su inquietud...
                                                                                    ...al borde del recuerdo los silencios se hacen mas oscuros...
            ...siento un frío impropio de la estación y el espejo en el que se refleja parte del paisaje me aproxima la existencia de un mundo exterior...Marruecos...reverso de un laberinto mental...Marruecos...lenguaje de los sentidos...
                  Por la ventana de artísticos arabescos que penetrara hacía solo unos momentos la luz rojiza del sol se anuncian ahora, pálidos y nacarados, los reflejos de una tormenta cercana. Ella dirige hacía mi sombra sus palabras, pero como tantas otras veces me cerca la certeza de que habla consigo misma con seres y cosas ausentes...
                      Empieza a llover. El viento garabatea sobre los cristales indescifrables reflejos...María se pierde entre sombras y yo necesito de un gran esfuerzo para ver la linea que separa su identidad de la oscuridad total. Mientras, su relato se precipita afirmándose en una lucidez elemental.Seguirlo es provocar a través de la noche mis propias palabras, mi imagen; reencontrar alguien muy acurrucado dentro de mi, temeroso de oírse, de saberse capaz de profundizar en la mas bella maldición. Abriendo el verbo se descubren tantas razones equivocas ...tantos abismos!...todo lo vivido se multiplica geometricamente; este vértigo contiene infinitos rostros y yo me extravío entre sus certidumbres...
                   Solo el silencio me es próximo ...gotea en los cristales, lento reflejo de un antiguo llanto que se desconoce superviviente...desde la amarga huida a la razón amada, todos los destierros inconclusos perpetúan el mismo instante...no abarcarlo parece privilegio de humano...
Sobre la arena continua el muchacho en su montura. La luz de la luna recorta su figura dolorosamente. Los reflejos del mar renacen de la tormenta y perfuma el aire un deseo mineral e inquietante,siento como me aprieta el aliento borroso e insistente en su acontecer...parece llegado el tiempo de aceptar que un herético equilibrio enrede desde la memoria insomne a la sonrisa origen.

Los días siguientes a su confesión permanezco inquieta, deseando librarme de su recuerdo en las sombras. De su voz. Intento serenarme diciéndome que otorgo a todo esto un excesivo valor, mas sus palabras acaban adueñándose inversamente del otro yo EL GRAN FINGIDOR.

                                                                     Adriana Nazca.


 
                     

lunes, 18 de agosto de 2014

Homenaje a un amigo desaparecido:
Nadie sintió el tiempo caer
peces, pájaros, estrellas,
midieron su destino.
Infinitas distancias le acertaron en el pecho
otros parajes ardieron sin Mahler
y el paisaje se le disolvió
en la palabra azul...
Navidad de 1983. Adriana Nazca.
       
Poema antiguo. LUNA.
Luna
prisionera en mi taza de te
insomnio de nácar
sobre una frase oscura
te hablo
desde el margen ávido de infinito
de un error poético.
                                                   Adriana Nazca.

jueves, 7 de agosto de 2014

Poema antiguo: MADRID.
Lentamente la noche va encendiendo sus hogueras artificiales
de espaldas al amor
y un gusto metálico va quedando sobre los labios anestesiados
de la gran ciudad
diálogos de paja ocupan las aceras
mientras la soledad va haciendo nidos en los ojos de los hombres
y un dolor intermitente vacío de protesta
acompaña nuestra hora de regreso al absurdo...

Pertenece al libro: Tiempo Horizontal.
                                        Adriana Nazca.